Le Treg Ennedio Trail
Distancia: 90kms
Etapas: 1
Tiempo: 20:30hrs hrs
Posición: 4
Año: 28 Enero 2018
Nada como volver a una nueva aventura, con grandes expectativas y por que no decirlo, con un poco de miedo e incertidumbre.
Según la prestigiosa revista Lonely planet, Chad, que es donde se celebra la competición,
es “un país peligroso para viajar, los recientes actos terroristas así lo afirman”. Así que imagina como tenía a la familia y amigos. Un… estas loco!, era lo más bonito que escuchaba. Pero nada como las ganas de descubrir un nuevo país y realizar otra carrera en el Desierto.
Al ser una carrera organizada por Franceses, recuerdo que Chad fue una colonia Francesa hasta no hace mucho, nos reunieron a todos los corredores en el aeropuerto de París Charles de Gaulle.
Como suelo hacer con todos los viajes, mi escapada fue un par de días antes. Para no pasar nervios por la pérdida del avión y sobretodo, para conocer un poco más del destino. Así que descubrí nuevamente la ciudad de París con Neus. Deambular por el barrio bohemio de Montmatre, subir a la Torre Eiffel o comer cerca de Notre Damme en el restaurante Procope, el más antiguo de París, fue una idea muy acertada para relajar un poco la mente.
Pero la escapada romántica se acabó. A los dos días ya estaba en el aeropuerto de París con un comboi de Franceses y con rumbo a N’Djamena, la capital de Chad.
Chad es un país rodeado de países conflictivos. Al norte con Libia, Níger o Sudán y al sur con Nigeria, Camerún y República Centroafricana. Así que imagina que polvorín.
Nada más llegar al aeropuerto y como siempre hago, realicé una foto bajando del avión y…sorpresa! Primer conflicto. Me quitan el pasaporte y me llevan al cuartelillo. No podía ser, en dos minutos ya estaba en problemas. Menos mal que todo el grupo estaba respaldado por el gobierno Francés y del Chad, y el consejero de Turismo del Chad actuó de inmediato. Borré la foto y ya. A seguir con el protocolo de inmigración. Que temple se ha de tener en esos países. Mira que iba con cuidado.
Al llegar de madrugada a N’Djamena, los organizadores nos llevaron al hotel Radisson Blu a dormir un poco para que al día siguiente estuviéramos descansados para la gran travesía del Desierto Ennedi.
La primera gran experiencia del viaje la tuve con el vuelo a Fada, al norte del País. Un avión militar nos esperaba para un trayecto de dos horas cruzando la meseta de Ennedi, considerada una de las zonas más remotas del planeta. Que alucine, que sensación sobrevolar ese gran Desierto en ese avión tan peculiar. Estaba inquieto, no sabía donde mirar ni que hacer. Todo era nuevo. Incluso me dejaron sentar en la zona de pilotos y ver todo desde el aire. La verdad es que solo por eso vale la pena inscribirse en Le Treg.
Aterrizamos en un descampado de arena en medio de la nada y esperamos hasta que despegó de nuevo el avión. Que momento tan auténtico. A día de hoy aún alucino.
Tras el despegue, nos adentramos 3hrs por el desierto en 4×4 . Lo bueno era que no hay carreteras. Que pasada ! Aquien se le podía ocurrir una carrera en ese sitio tan inhóspito? Solo llegar en avión es una odisea ya que no hay aeropuerto, pero una vez aterrizas, te adentras tres horas en 4×4, que en muchos tramos teníamos que empujar por que no pasábamos las dunas hasta un campamento hecho con paja y cuatro ramas. Es de locos. Pero eso es la esencia de Le Treg. Sentirte libre en medio de la nada.
Tuvimos toda una tarde para habituarnos al campamento. Era muy auténtico. Todas las “haymas”, hechas de hojas de Palma entrecruzadas para que entrase la luz y no la arena del desierto, estaban en círculo. Teníamos hasta unas duchas un poco rudimentarias y lavabo del desierto o agujero en la arena. Que es lo mismo. La verdad es que no faltaba de nada. Y hasta cocineros. Que cada mediodía y noche nos cocinaban los platos autóctonos del Chad.
Muchas legumbres, hortalizas, pan artesano y de carne, cabra. Era muy curioso como sacrificaban al animal en un árbol.
Primero lo mataban muy cuidadosamente, luego lo despellejaban con mucha delicadeza y posteriormente lo troceaban para ponerlo a la olla. En Europa sorprende un poco, pero allí es tan normal, que hasta lo hacían los niños.
La única pega que tengo es el frío de las noches. Con ropa térmica, saco de dormir Artiach y tenía un frío… eso si que fue duro. Menos mal que ese cielo estrellado era mágico y se te pasaba todo. Increíble belleza del cielo sin contaminación lumínica y con esa luna llena…que recuerdos…
Al día siguiente me desperté pronto y me quedé maravillado con el paisaje. Un desierto con esas rocas tan peculiares de color rojizo que va cambiando según el sol y esa arena dorada… me hago pesado, pero nunca había visto tanta belleza natural con mis ojos. Alucinaba a cada segundo.
Pasando a lo puramente técnico de carrera, el segundo día de campamento lo teníamos para chequear el material obligatorio, verificar el certificado médico y recoger el GPS con el track de la carrera y hacer un pequeño test en el terreno para aprender el manejo del aparato.
Sin ningún problema pasé todos los requisitos, pero con el manejo del GPS tuve alguna dificultad.
Justamente mi GPS no estaba bien calibrado y en el test parecía un novato. Menos mal que me lo corrigieron y lo pude probar durante una vuelta de 5kms sin muchos problemas. Iba a ser complicado el correr y estar pendiente todo el rato de la ruta.
El test me fue bien para quitarme una duda que tenía. Había muchísima arena y mis polainas no iban cosidas a la bamba, así que estaba intranquilo. Pero no hubo problema con eso. Vi que eran suficiente para ese terreno. Las Altra Running Escalante más las Polainas Altra fueron de diez.
Con todo chequeado, un par de días de aclimatación y con ganas de comenzar la carrera…llegó el momento de salir a correr.
Me vestí, con mi ropa SportHG, mis calcetines Injinji y mis bambas Altra Running y preparé minuciosamente la mochila Oxitis para enfrentarme a una de las aventuras más auténticas vividas.
La salida se retrasó un poco por temas gubernamentales. A la salida vinieron personalidades del Chad y se les había de tratar bien… estábamos en un país no muy seguro y ellos eran nuestra mayor seguridad
3,2,1 y a correr.
Salida como casi siempre, todos corriendo para la foto. Y que gran foto… con los camellos, Sebastian Chaigneau y un marco incomparable como el Desierto del Ennedi.
Rápidamente me pongo en tercera posición detrás de dos de los mejores corredores que hay en el momento y sigo su estela.
El ritmo era bueno, lo que ya veía que la mochila me pesaba mucho. Los dos primeros llevaban unas mochilas muy pequeñas y no les resultaba difícil llevar una buena zancada. A mi me pesaba horrores y rápidamente comencé a sudar.
Teníamos 17kms hasta el control1. En esos kms tenía que testar muy bien el GPS. Un buen manejo del GPS es una baza que suma mucho. Yo iba trasteando bastante bien pero siempre con la mirada en los dos primeros que me hacían un poco de guía.
Cruzamos zonas de arena, el curso de un río seco, planicies en medio del Desierto hasta llegar al control. De momento el protocolo de alimentación e hidratación iba bastante bien.
Cargué agua rápidamente y salí detrás de los primeros.
En ese control fallé un poco, ya que del control 1 al control 2 era el tramo más difícil y no cargué demasiada agua. Gran error. Un litro más de agua hubiera sido lo ideal.
Ya no tenía a vista a los primeros, así que tenía que ir mirando a cada momento el GPS. No era ningún problema, de momento todo iba bien. Demasiado cansado para llevar tan pocos kms, pero convencido de mis posibilidades.
El terreno se iba complicando cada vez más. Mucha roca, mucha arena y un sol que cada vez picaba más. A lo lejos veía una zona montañosa, que teníamos que cruzar. Estaba muy lejos, en el horizonte, pero poco a poco fui llegando. Estaba solo y mi único objetivo era avanzar.
Llegué al laberinto de rocas. Teníamos que adentrarnos y cruzarlo por dentro. Que bonito y que sensación tan auténtica. Nunca había visto nada igual. Como si fuera un ratón me fui adentrando y con el GPS buscando la salida. La verdad que fue bastante duro, ya que tenía muy pocos metros de error y la tensión aveces me fatigaba bastante.
Un par de veces me perdí, pero poco a poco pude encontrar la salida e intentar buscar el control 2.
En todo aquel laberinto fui muy lento y bebía mucha agua, hasta que me iba quedando sin reservas. Me quedaban aún dos horas y tenía el agua a mínimos. Ese error lo iba a pagar más adelante.
Sabiendo lo importante que es beber en el desierto, dosifiqué muchísimo el agua. Tomé pastillas de sal y no paraba de comer a pequeñas dosis. Prevenía lo que al final padecí.
El tramo final hasta el Control 2 fue sin duda lo más duro. Me quedé sin agua a una hora del avituallamiento. Roca y más roca, sol abrasador, bajadas sin camino por montañas vírgenes… un cúmulo de factores que no me iba nada bien, ya que encima no tenía agua… muy duro.
Y por fin llego al control 2. Llevaba en el cuerpo 40kms. Estaba bien. Pero volví a fallar.
Con la falta de agua en el segundo tramo, la dureza del clima y que aún quedaba mucho…lo ideal hubiera sido parar en ese control una media hora, beber bien, mínimo un litro de agua a la sombra y salir tranquilo a buscar el siguiente control. Pero no hice eso. Al ir tercero, el espíritu competitivo me jugó una mala jugada.
Cargué agua, esta vez 3 litros y salí deprisa con un sol de justicia y sin ninguna sombra en 25kms.
Me acuerdo que crucé una estepa con un suelo muy malo para correr, o sea que anduve en muchos tramos y que el sol me achicharraba. Iba bebiendo, pero mi cuerpo estaba deshidratado.
Tuve algún problema con el GPS, ya que cuando tenía que ir recto, me hacía bordear las montañas y encima el cursor se me giró y tenía que orientarme al revés. Un caos. Pero sabía que tenía que llegar al control 3. Estaba en medio de la nada, entre desierto y rocas y que solo había una salida. Llegar al avituallamiento cuanto antes.
No perdí ningún momento para avanzar y avanzar. Bebía y comía a menudo, pero veía que tenía que parar un rato largo, descansar, beber tranquilo y sobretodo calibrar el GPS. Me estaba volviendo loco con las pérdidas a cada momento. Y encima dos niños pequeños me robaron un par de barritas. Vaya tela. Los vi venir de frente, les sonreí y cuando me pasaron me cojieron dos barretas que llevaba detrás de la mochila. Menudos cabroncitos…les pegué un grito pero se reían de mí. Menos mal que se fueron. Por si acaso me iba girando para prevenir. Jajaja. Surrealista.
En esas que llegué al Contro 3 , km63 en buen estado, caminando por un canal de piedra con subidas y bajadas y como he dicho antes, quería parar un rato. Lo que no sabía que iba a parar tanto.
Fue tumbarme y comenzar las rámpas en las piernas. Durante la carrera no tuve ninguna, pero al parar el cuerpo se relajó y no veas. En la vida me había pasado eso.
Tras el error en el CP1 de no cargar suficiente agua y quedarme una hora sin agua, al error del CP2 de no esperar un buen rato para hidratarme bien y salir tranquilo, al error de la mochila y la alimentación.
Ya llevo muchos años que me hago mis galletas energéticas para las carreras Ultra, pero esta de 180kms en autosuficiencia no era la mejor opción llevar todo galletas.
Tenía que haber llevado una alimentación variada para cada control. Algo de sopa, que es rápido de hacer y da confort, una comida liofilizada para los tramos de noche, algo de jamón o queso… en fin que al solo llevar galletas se me hizo difícil tener algo caliente y a la vez calórico. Menos mal que un voluntario tenía una sopa y pude calentar un poco el cuerpo.
Al saber que estaba totalmente deshidratado y con toda la experiencia de amigos que habían pasado esa situación, hice un plan para poder llegar a un estado de forma óptimo y acabar la carrera.
Lo primero que hice es hidratar bien el cuerpo con sopa, té y agua con minerales.
Así estuve una hora y media tumbado con una manta por encima. A veces la doctora me hacía algún masaje en la cabeza para relajarme, estaba fatal. Muy cuerdo, pero había dañado mucho al cuerpo. No por correr, si no por dentro que es peor.
Tras una hora y media me pude incorporar y sentarme un poco. Imagina, aún no había llegado el cuarto corredor. Pero a mi eso me importaba poco. Yo querían estar bien y sabía como hacerlo.
Al no dolerme la cabeza y no tenía ganas de vomitar, el transcurso fue muy positivo peero lento.
A las dos horas ya me levanté y oriné un poco. Era muy amarillo, pero era un síntoma muy importante. Tenía que seguir bebiendo hasta mear blanco. Esa era mi premisa.
A las dos horas y cuarto llegó el cuarto corredor. Era Japonés y llegó exhausto.
Se tumbó un buen rato. Poco a poco fueron llegando corredores.
Yo no tenía ninguna gana de seguir compitiendo, primero tenía que estar totalmente recuperado y luego ya decidiría que hacer.
A las tres horas de estar en el control ya comencé a estar bien. Algún corredor me daba comida liofilizada y me la comía sin rechistar. Calentito y sales minerales. Perfecto.
A las tres horas y media ya veía el fin de la deshidratación. Ya quería comenzar a caminar y encima ya meaba blanco. Estaba muy contento, ya que había superado una situación crítica que nunca había sufrido antes. Y en esas que llegó mi amigo Cyrus. Que bueno. Cuando acabó de comer y descansar, a las cuatro horas de estar en el control, salí rumbo al control 4.
Que ilusión y que bien me sentía. Parecía que no hubiera pasado nada.
Al salir de noche, nos abrigamos, nos pusimos el frontal y a la luz de la luna íbamos avanzando.
Me paraba cada cinco minutos a mear. Estaba totalmente hidratado. Comía bien y hablaba todo el rato con Cyrus. La verdad que fueron unos momentos muy especiales para mi.
Pero casi llegando al control 4 , Km82, mi cabeza comenzó a evaluar.
Me quedaban unos 100kms por delante a un ritmo muy muy lento, sin comida apetecible y muchas horas otra vez al sol. Había luchado mucho para poder estar bien y justamente en ese control podías cambiar de distancia y escoger la de 90kms.
No se lo comenté a Cyrus hasta llegar al control.
Allí le dije que haría la distancia de 90kms. Tras todos los errores que había cometido y que al final estuviera bien, lo más lógico era acabar tranquilo y reposar. Me lo merecía. Era como un premio. Así que finalmente salí a por los últimos 8kms hasta meta. Es lo más lógico que podía hacer. Y Cyrus lo entendió perfectamente. Luego me dijo que se arrepintió muchas veces de no haber hecho lo mismo que yo.
Salí del control corriendo, de noche, con ganas de acabar y ser Finisher Le Treg 90kms. Muy motivado y 100% convencido de que era la mejor opción. Cantaba, reía, volvía a pensar en mi família en lo afortunado que era al poder estar corriendo por esos parajes y estar bien. Me emociono pensando en aquel último tramo.
Poco a poco avanzaba y poco a poco saboreaba la meta. Hasta que llegó.
Que ilusión y que alivio. Sano y salvo tras 20hrs 30min. Que grande!!
Lo primero que hice es irme a la Hayma a tumbarme y dormir plácidamente. Brutal!
Ya por la mañana, al estar bastante bien, solo un poco de agujetas, supongo por el vacío que llevé al cuerpo, comenzó otra aventura para mi.
Al haber familiares de corredores en el campamento, organizaban excursiones por el Desierto. Y me apunté a todas.
Dos días de descubrir cuevas con pinturas rupestres de la ruta Transahariana que datan de 5000 años a.c, bebederos naturales de camellos con cocodrilos en medio de la nada, un sin fin de arcos de piedra hechas por la erosión, fósiles de caracolas marinas… espectacular.
Menos mal que supe parar y disfrutar de la carrera y del territorio donde estábamos. Un premio.
Cuando llegó la hora de salir del campamento fue una de las peores despedidas que he tenido nunca, ya que me cautivó tanto esa manera de vivir, ese parón en el tiempo y tanto descubrimiento que no tenía ninguna gana de volver a casa. El Desierto del Ennedi, las gentes de la zona y la experiencia vivida en el Chad ha sido de las aventuras más emocionantes de mi vida.
Creo que de esta aventura he aprendido mucho, tanto deportivamente como en viajes.