11 oct 2018

Global Limits sri Lanka

Global limits Sri Lanka

 Distancia: 210kms
Etapas: 6
Tiempo: 20:41hrs
Posición: 2
Año: 4 marzo 2016
Zona: Sigiriya rock, Sri Lanka




Después de las dos carreras, Romeufontaine en Nieve y Liwa Challenge en Desierto, tocaba la tercera competición del 2016. La Selva Tropical de Sri Lanka, a tan solo dos semanas de acabar la última aventura.
Mentalmente sabia que las carreras por etapas como la que iba a hacer, 210kms en 6 días, me van bastante bien, pero lo cierto era que venia del Desierto de Emiratos Árabes con unas sensaciones un poco extrañas. No acabé de adaptarme muy bien, ya sea por el sol abrasador o por la falta de aclimatación. Y encima en Sri Lanka también eran 40 grados de calor y una humedad muy alta, rondando el 90%. Así que tenia suficientes razones para estar un poco intranquilo y cauto. Pero también sentía que estaba bastante fuerte y que el entreno se estaba notando mucho. Lo pude sentir los últimos 40kms de Liwa. Un ritmo muy alto y con sensaciones muy buenas.
Como suele pasar siempre y para no perder muchos días de las vacaciones, llegamos a Colombo, la capital de Sri Lanka, con solo un día para aclimatarnos. Digo llegamos por que también se unieron a la expedición Jaume Terés y Tony Andrades. Llegamos muy pronto, sobre las 5AM ya que compramos los vuelos Barcelona-Doha y Doha-Colombo de tal manera que pudiéramos volar de noche y dormir en el avión. La idea no estuvo mal del todo.
Desde el aeropuerto de Colombo ya se veía que íbamos a estar muy bien cuidados por la organización de la carrera. Global Limits se distingue de otras organizaciones por el trato familiar y la gran profesionalidad de su director de carrera, el Alemán Stefan. Pues eso, nos vinieron a buscar a la salida del aeropuerto y nos llevaron a un hotel a unos 30kms de la capital para poder disfrutar del día en la playa de Negombo.
Lo primero que hicimos fue ponernos el bañador y saltar al agua como niños pequeños. Pensar que la carrera es en febrero y en España no hace tanta calor ese mes…
Estuvimos disfrutando de un día auténtico de playa, con su pueblo de pescadores, su gastronomía a base de marisco y pescado y una cosa que me fascinó fue la salida de unos 20 barcos a vela Árabe en medio del Océano Índico. La verdad que disfrutamos mucho y se nos hizo más fácil la llegada a un país tan lejano con ese pedazo de viaje de 24hrs que llevábamos en el cuerpo.
Al llegar la noche, recogimos dorsales y todo tema referente a la carrera y cenamos en la terraza del hotel todos los corredores que íbamos a afrontar el reto de correr por ese peculiar terreno y con ese clima tan adverso. Allí se presentó María y David Mora, los dos españoles que faltaban. En total fuimos 5 Españoles a competir y dos grandes amigos, Pepe y Rodrigo, que fueron de voluntarios y nos ayudaron a pasar unos momentazos en los campamentos inigualables.
Al día siguiente tocaba madrugar y coger un bus dirección al primer campamento localizado a unos 100kms al Nordeste de Colombo en las Ruinas de Yapahuwa. Se hizo bastante largo por que las carreteras, a parte de que están en obras, pasan por en medio de todas las aldeas y el tráfico es caótico. Mucha moto, bici, tractor, camión etc… y la gente que va por donde quiere. Eso es viajar también, ver el día a día de otra cultura.
Hicimos un par de paradas y llegamos a destino. Allí pudimos apreciar la magnitud de sus templos, la generosidad de su gente y sobre todo el circuito que íbamos a realizar, ya que subimos a la roca sagrada de Yapahuwa y desde allí contemplamos toda la selva, el surco de los ríos, lagos en medio de unas llanuras de arrozales…No sabíamos muy bien por donde iría el recorrido, pero el entorno nos sugería que iba a ser difícil.
Cuando caía la noche, ya teníamos que tener todo preparado para el día siguiente. Tener la cena preparada e intentar descansar al máximo para poder darlo todo en la etapa. El descanso iba a ser el factor determinante de la carrera.
La primera noche la dormimos literalmente en el suelo. En un suelo de una sala para hacer funciones sociales o reuniones del templo. Solo nos dejaron una mosquitera que la atábamos en una cuerda y punto. Que divertido, no? Pues así dormimos. Al día siguiente no me podía ni mover. Entre el jet lag y lo poco que dormí, iba un poco zombie. Pero creo que todos estábamos bastante igual.
A primera hora de la mañana, Stefan, el race director, nos convocó a los pies del Templo y nos hizo un brieffing de como iba a ser la carrera.
La carrera tiene el seudónimo de The wild elephant Trail, la senda de los elefantes salvajes. Y así es, en Sri Lanka, los elefantes son sagrados y en la zona donde estábamos hay unos 7mil elefantes en libertad. Pero no son elefantes como pueden ser en Tailandia o en el circo, que son buenos y calmados. Estos son agresivos y mucha culpa la tienen los propios campesinos del País. Para que no les coman los pastos o destrocen sus arrozales, siempre les están asustando con escopetas o vallas de pinchos etc… Así que el gran problema de los organizadores era que estuviéramos a salvo de cualquier elefante y eso conlleva a que no vimos ni un solo elefante durante el recorrido de toda la competición. Una pena, pero la verdad que si nos hubiéramos encontrado uno de frente…no sé como hubiéramos podido remediarlo. Ya que ni corriendo ni parado te salvas.
Al acabar el brieffing, los monjes del templo nos veneraron y nos pusieron un cordel en la muñeca para darnos suerte durante toda la competición. Un detalle por su parte, lo necesitaríamos.
Cuando íbamos a comenzar la primera etapa de 37kms, nos retrasaron la salida por los elefantes. Estaban en medio de nuestra ruta. Eso sería el pan nuestro de cada día. Pero que le íbamos a hacer. Eso sí, tras la primera etapa, vimos que mientras más tarde salíamos, más horas de sol nos pegaba. Así que en verdad era una doble visión. Bien por el posible ataque de elefantes, pero muy mal en el sentido de la calor. Aquello era una estufa. No corría aire y la sensación térmica era aplastante..
La salida fue bastante rápida, siempre tienes ganas de correr. Después del entreno y la motivación que llevas aguantando desde casa, el ritmo de salida suele ser un poco más rápido de lo normal. Pero no era el caso. El ritmo era bueno y me puse en tercera posición detrás de Nathan, el inglés y del el nativo de Sri Lanka.
Muy importante era la hidratación y el ritmo de carrera. Tenía que regular bastante para ir cómodo.
Sobre el km5 me pongo tercero junto a Nathan y vamos los dos fuertes hacía el primer avituallamiento, que lo teníamos a casi 9kms de la salida.
Al comenzar una carrera nueva, te has de ir familiarizando con los corredores, saber quien son, si están fuertes, si van demasiado rápido. También del terreno, si es pista, si va subiendo o bajando, si hay caminos técnicos, si se van cruzando muchos ríos…y sobretodo como está marcada la carrera. Es vital saber como la han marcado para no ir pensando en todo momento si te has perdido o si no ves marcas. Has de observar la frecuencia en que marcan, los cruces…y en eso, que sin saberlo, nos perdemos. Llegamos a un cruce y no había nada de nada. Revisamos bien el cruce y al no ver marcas, retrocedimos hasta la última marca y vimos que nos habíamos saltado una.
Pues a correr y además más fuerte por que vas estresado y quieres recuperar el tiempo perdido. Y encima si el camino va subiendo poco a poco, el desgaste es mayor y si vas estresado, no comes ni bebes como deberías y un sin fin de cosas que haces cuando no controlas una situación negativa en carrera.. Al final recuperamos las tres posiciones que habíamos perdido pero bastante agobiado.
Llegué al avituallamiento y me dí cuenta que apenas había bebido y que los bidones estaban por la mitad. Rellené y salí bastante rápido para el siguiente check point.
Delante tenía a Nathan, el de Sri Lanka y Alvyn, un Sudafricano muy duro. Aún quería luchar por la etapa, pero mi cuerpo, poco a poco se iba debilitando y el calor iba apretando cada vez más fuerte.
La comida la llevaba bastante bien, aprendí mucho de la carrera del Desierto. Con frutos secos y alguna barrita iba tirando bastante bien. En esas que me junto con David Mora y hacemos el dueto Español de toda la carrera. Íbamos a un ritmo no muy alto, pero constantes. En el segundo control, ya veo que no supero el no haber bebido mucho durante el primer tramo y comienzo a caer en una ligera deshidratación. Ya hay tramos en que caminamos e incluso nos paramos un poco. Nos pasaban algún corredor y apretábamos un poco. Aun que iba bebiendo cada vez más, el sol era devastador.
Subimos una roca común de la isla, que no deja de ser una roca volcánica totalmente lisa y gris en medio de la selva con los escalones esculpidos en la propia roca y por la mitad de la ascensión, David se para y vomita. Fue un momento duro, por que yo iba por el mismo camino y realmente no quería que me pasara. Lo dejé debajo de un árbol y poco a poco me puse a subir peldaño a peldaño de aquella roca sagrada. Me costó muchísimo, pero iba recuperando sensaciones.
Al bajar la roca, me adentré en la selva, que no hacía tanto sol y me creía que ya había pasado todo lo malo, pero no. Salí de la selva hacía una pista sin ninguna sombra y volví a notar ese malestar. Es muy difícil salir de una deshidratación en carrera, pero tenía que luchar. Era el primer día y al menos tenía que acabar.
Comencé a caminar y trotar. Pero se me hacía un mundo. Solo corría cuando me pasaba algún corredor. El Danés, el Alemán, la Austriaca, el Americano, la Camboyana…hasta que en el último avituallamiento veo de lejos a Jaume y Tony. No sé que me pasó pero mi cuerpo reaccionó. Salieron bastante rápido del control y me uní a ellos. También estaba David que milagrosamente se había recuperado o al menos mejorado de su historia.
Me puse detrás de ellos, callado, respirando, comiendo lo que podía y bebiendo mucho. En toda la etapa no había meado nada y eso que bebía casi un litro y medio cada 9kms. Lo estaba pasando mal, pero al ser el tramo final, ellos iban regulando muy bien y les pude aguantar.
Fue muy bonito llegar los cuatro juntos, sufriendo, pero juntos. En total salieron casi 4:30hrs y llegué el 10 de la general. Muy muy tocado, pero contento de poder finalizar la primera etapa.
Ahora tocaba descansar, bañarnos en el lago y sobretodo beber y mear. Tenía en la cabeza que tenía que mear si o si. Pasaron 4 horas hasta que pude. Muy amarillo, que es lo que no ha de ser y luego poco a poco se iba poniendo blanco hasta que por la noche, antes de cenar, ya meaba blanco.jaja. Que alivio!! totalmente hidratado!!
El segundo campamento, donde dormimos, estaba situado en el Templo de Sasseruwa. Muy cerca, andando, estaba el Buda más grande que vimos esculpido en roca. Sobre unos 20mts. Era colosal. Quedamos bastante sorprendidos. Pero a 50mts, dentro de una cueva, había un buda de unos 10mts estirado. Era impresionante también. La cueva estaba a oscuras menos una pequeña luz que lo hacía mágico. Me hizo olvidar la etapa rápidamente.
Durante la noche, ésta vez dormimos en tiendas de campaña encima de hierba, un poco mejor que el suelo del Templo, analicé la etapa y me fui preparando para el segundo día. Iba a cambiar varias cosas respecto a la primera etapa.
Nos levantamos sobre las 5AM para preparar todo para la salida. Más o menos dos horas antes. Hay muchas cosas que preparar. Higiene, desayuno, preparar la bolsa que nos trasladan de campamento a campamento, preparar la mochila de carrera, estirar… y además si lo haces cansado como me pasó el segundo día…peor. Como os contaba antes con el tema elefantes, pues lo sufrimos en carne. Sobre las dos de la mañana oímos disparos, pero no cualquier disparo. Parecían bombas. Estaban ahuyentando a los elefantes. Todo el campamento se despertó y se desveló. Y a las dos horas otra vez. Así que vaya cuerpo teníamos. Entre los bichos, dormir en el suelo, que no corría aire y los disparos, cualquiera descansaba. Vaya panorama.
La Salida de la segunda etapa fue puntual. Esta vez los elefantes se habían desviado de nuestra ruta.
Mi estrategia era salir un poco más lento que la anterior etapa, muy constante y poco a poco ir apretando. Y salió perfecta la jugada. Me junté con David, que íbamos a un ritmo muy similar.
Más o menos era la misma distancia que la primera etapa y el terreno era bastante igual. A favor teníamos la hora que salimos antes, que ayudó mucho para el tema calor y posible deshidratación.
Salimos a ritmo y nos pusimos en un tercer grupo, como la clasificación del primer día. A los tres o cuatro primeros los perdimos de vista rápidamente, pero al segundo grupo lo íbamos controlando.
Esta vez no iba a pecar con la bebida. Bidón en la parte delantera de la mochila y bidón en mano. Todo el rato iba bebiendo y comiendo. Con la humedad sudaba mucho, pero a la vez, cada cierto tiempo me tenia que parar a mear. Buena sensación. Así que poco a poco fuimos cogiendo a corredores, disfrutando de las aldeas de Sri Lanka, viendo como los niños alucinaban al vernos cuando ellos iban al colegio etc… También decir que esta etapa estaba siendo un poco ajetreada por las motos y los perros que habían por el camino. Poco romántico pero muy auténtico.
En el segundo check point vimos a la pareja que formaban la primera chica, la Austríaca y el Americano Bryan. Nos motivamos mucho ya que el día anterior nos habían sacado mucho tiempo y veíamos que ya le podíamos recortar en la segunda etapa. Llenamos a tope los bidones y en un sin mirar, ya estábamos delante de ellos y encima subiendo ritmo. Al apretar, en una de esas rectas infinitas, vimos al Sudafricano y eso nos impulsó más aún.
El camino ya había cambiado, era fácil. Transcurría por la ladera de un río con un montón de fauna. Desde lagartos a cigüeñas negras a pájaros de muchos colores y a veces, mujeres limpiando la ropa con unos saris de colores chillones. Muy auténtico. Además David se conoce todos los bichos por su nombre y me iba dando lecciones de naturaleza mientras corríamos. Más no se puede pedir.
Antes del tercer avituallamiento atrapamos al Sudafricano. Iba muy tocado y pensábamos que se descolgaría rápido, pero que va, se pegó como una lapa a nosotros y no dejaba ni un metro por perder. Ya sabíamos que era duro. Había hecho segundo en la Augrabies Kalahari ultra marathon en su país. Una carrera muy muy dura.
Así que al querer dejarlo y no poder, subimos un poco el ritmo hasta meta. Veía que era un pelín alto el ritmo, pero teníamos que aparentar, estar muy fuertes para moralmente ir ganando terreno a nuestros rivales. Y así hasta meta. Salieron 37kms en 3:35hrs y 4 clasificado.
En la meta, las caras de satisfacción de David y mía denotaban que estábamos disfrutando y que queríamos seguir sumando. La motivación de planear la estrategia y que saliera bien era brutal.
Cogimos la maleta y nos fuimos a la casa que nos había tocado. En ésta tercera noche dormiríamos en casas de nativos. En un pueblo de solamente siete casas. Al llegar a nuestra casa, vimos que no había nadie. El comedor estaba desierto, sin muebles, sin sillas, sin sofá ni camas. Teníamos que volver a dormir en el suelo. No apetecía mucho.
Ingenié una esterilla con algún cojín de un sofá que estaba fuera y dejamos todo preparado para la noche. Era muy importante preparar la cama y la mochila del día siguiente antes de ducharte o comer. Si no el tiempo se tiraba encima y te estresabas un poco.
A la hora de comer, preparábamos nuestro gran manjar liofilizado. Arroz con pollo al curry, pasta bolognesa , puré de pescado o las increíbles lentejas con jamón. No lo digo irónicamente, realmente en ese momento, nos parecía gloria. Y el ambiente era muy bueno. Al estar los Españoles juntos, no parábamos de reír, de comentar, de hacer amigos etc…vamos, que no pasábamos desapercibidos en el campamento. Era de los mejores momentos.
Después de comer, nos fuimos delante de nuestra casa, a un banco que había debajo de un árbol. No sabíamos donde meternos de la calor que pegaba. En la aldea no veíamos a casi nadie, solo a un tipejo a lo Bruce Lee con sus luchacos que estaba muy zumbado. Al principio nos reíamos un poco de el , pero poco a poco se iba poniendo violento y tuvimos que echarlo con dos voces en alto.
Al bajar un poco la calor nos dedicamos a explorar un poco el pueblo, nos extrañaba que todo estuviera tan vacío. Hasta llegar al motivo. Un funeral. Los habitantes de Sri Lanka ponen lazos blancos para que la gente sepa que ha fallecido una persona y si los sigues, como nosotros hicimos, te llevan al funeral.
Al verlo nos paramos y miramos de lejos, pero una persona nos vino a buscar y nos invitó a verlo de más cerca. Así que el muerto ya no era la atracción, eramos nosotros. Nos sentamos a primera fila y vimos la ceremonia. Habían cuatro monjes ancianos con sus inciensos y sus amuletos. La caja estaba delante, con todo el pueblo sentado enfrente. Decidí hacer alguna foto. Primero pregunté, me dijeron que si y comencé a hacer fotos con mi reflex hasta que el tipejo Bruce Lee nos vio y nos echó. Fue un poco violento, pero era su territorio y encima estábamos en un funeral. Así que para casita. Cenamos y nos pusimos a dormir. O al menos intentarlo. Había un pequeño ventilador que algo hacía, pero a la hora de estar en marcha se fue la luz en el pueblo. Nos quedamos sin ventilador y con una noche larga y con poco descanso. Estuve dos horas con los ojos como plato. Fatal.
Madrugamos bastante para salir lo antes posible y no coger tanta calor. Estaba cansado pero a la vez muy motivado por que en la etapa anterior lo hice muy bien y esta etapa quería mantenerme fuerte.
El ritmo lo tenía claro. Salir con David y aguantar hasta el final. Y si podía apretar pues mejor.
Cada vez las etapas subían de distancia. Esta etapa iban a ser 41kms.
Volvimos a salir en el tercer grupo, pero casi al principio, nos pusimos en el segundo grupo de carrera. Me vi con muchas ganas y nos pusimos con el Sudafricano a tirar. El seguía detrás nuestro. Había hecho una primera etapa muy buena y con solo pegarse a nosotros tenía suficiente para quedar tercero en la general. Eso se pensaba.
El recorrido de esta etapa era muy variado. Al principio pasamos por pequeñas aldeas donde veíamos a los niños ir a la escuela, campesinos que iban a la faena, pequeñas furgonetas con comida…la verdad que el ajetreo de las mañanas era muy auténtico.
Y más para el final, nos metieron por arrozales con lagos y pequeñas montañas que formaban un paisaje difícil de encontrar en cualquier otra parte del mundo.
En ese terreno comenzamos a apretar bastante. Estábamos a unos 10kms de meta y el tramo final era una subida al Templo Ritigala muy fuerte. Quería sacar la mayor distancia al grupo que teníamos detrás para ponerme cuarto de la general, así que apreté dientes y a sufrir un poco.
Comenzó la calor y el tramo comenzó a ascender. David se quedó un poco y decidí apretar para ver como estaba el Sudafricano. Durante tres kms se mantuvo fuerte, pero al comenzar la subida al templo se fue descolgando y yo apreté más.
La subida era una pasada. Era un camino adoquinado, frondoso, estrecho, al lado de un río con cascadas cada cinco metros. Parecía el típico escenario de la película Indiana Jones. Y encima yo corriendo como cuando le perseguían los malos. Vaya momentazo.
Estaba pletórico, tanto de físico como de motivación. Iba ascendiendo y no veía el último control. Era muy importante sacar distancia en ese punto ya que al subir, tenías que firmar y bajar por el mismo camino. Tenía que saber cuanto le estaba sacando al sudafricano.
Pasé varios Templos en ruinas y en el más alto, en el Templo Ritigala estaba Rodrigo en el control.
No paré ni dos segundos. Tenía que seguir luchando. Solo faltaban cuatro kms de bajada y estaba en meta. A tan solo dos minutos me crucé a Alvyn y justo un poco después a David.
No era mucho pero quedaba toda la bajada, así que estiré piernas y a dar zancadas grandes para recortar tiempo. Llegué exhausto a meta pero conseguí recortar siete minutos al Sudafricano.
Que contento. Había quedado tercero en la etapa y con una ligera ventaja. En ese momento decidí ir a buscar podium. Estaba a veintitrés minutos. Parecía mucho, pero quedaban aún tres etapas. Solo estábamos a la mitad de la carrera. Quedaba muchísimo. Y tenía unas ganas enormes de remediar la primera etapa.
Nos alojamos en una reserva de elefantes en medio de la extensa selva que teníamos al rededor.
Era un edificio con unas columnas de unos seis metros para estar por encima de los árboles. La sensación era brutal. El sonido de la selva era muy diferente a cualquier otra selva que he estado. Desde las alturas, predominaba el canto de las aves y las peleas de los monos. La brisa, que pocas veces se hacía notar, movía los árboles y con ello salían mariposas. Muy curioso.
Habían paneles de información de animales de la zona y hasta esqueletos de cabeza de elefantes.
Todo muy bonito, pero al llegar la noche, otra vez los ojos como platos. No me podía dormir. Estábamos todos los corredores tumbados en el suelo con tan solo dos palmos de uno a otro y encima casi todos roncábamos. Aquello parecía la novena sinfonía de Beethoven. Tuve que irme a la otra punta del edificio para intentar dormir y descansar. Dormí muy poco, pero bueno.
La etapa larga delante nuestro. Aquí si que tenía que darlo todo. No sabía en que momento apretar para dejar a Alvyn, pero estaba seguro que en el control 4 lo tenía que intentar si o si. Era un poco incómodo tener a un corredor todo el rato a tu lado sin decir nada. David y yo al menos hablábamos, comentábamos o decidíamos el ritmo de carrera. Algo normal, pero el Sudafricano estaba detrás nuestro sin participar en nada.
La salida fue escalonada. Salieron todos los corredores menos los 15 primeros. Esto se hace para que no hayan distancias muy grandes entre el conjunto de corredores.
Poco a poco iban pasando los kms y veíamos que Alwyn, en los controles, se paraba mucho. Así que el control 2 le propuse a David rellenar muy rápido y salir fuertes a ver como reaccionaba Alvyn. Al salir del control le vi la cara y alucinó. Pero el siempre rellenaba con polvos que tenía en la mochila y no pudo salir tan rápido como nosotros.
Salimos fuertes, a un ritmo duro. No queríamos dejarlo en ese punto, pero si queríamos que le costase mucho volver a cogernos. Me iba girando para ver por donde venía y la verdad es que quería cogernos, pero aún apretamos más. Era un camino de un metro y medio con selva a los dos lados, pero hacía muchas curvas. Antes de cada curva me giraba para saber donde estaba. Y siempre lo veía. Hasta que en una recta bastante larga ya no lo veíamos. El ritmo era altísimo, con calor y con más de 150kms en las piernas, pero estábamos luchando, ahora sí por los puestos de cabeza.
A los veinte minutos bajamos un poco el ritmo hasta el control 3. El sol apretaba, pero no dejábamos de correr. En nuestra cabeza siempre estaba el poder recortar minutos a los perseguidores. Saliendo del control ya sabía que en esa etapa iba a ponerme tercero en la clasificación. Después de las malas sensaciones del primer día, estaba en la etapa larga con unas sensaciones muy buenas. Estaba muy animado. Y llegó la sorpresa de la carrera.
Al llegar al penúltimo control, vemos al corredor de Sri Lanka. Nos quedamos sorprendidos. Íbamos muy rápidos, pero ese corredor siempre nos sacaba muchos minutos en cada etapa.
Al llegar al control, rellenamos los bidones, comemos un plátano y le pregunto que le pasaba. Y me salta Rodrigo, el responsable del control, que habían descalificado al corredor de Sri Lanka por verlo encima de una moto. Durante toda la carrera lo iban siguiendo y que al final lo cazaron. Además le hicieron una foto. Así que ya no solo corría por un tercer puesto, estaba corriendo por quedar segundo en la competición.
Salimos muy motivados del control y con muchas preguntas. David alucinaba por lo sucedido. Él ahora estaba luchando por el tercer puesto. Sólo le tenía que sacar treinta minutos al Sudafricano.
Es una pena competir con gente tan deshonesta. Una cosa es luchar con estrategias en carrera y otra subirse en una moto para avanzar. No me quiero imaginar si no lo pillan. Menos mal…
Ahora si que tenía ganas de correr. El tramo final era totalmente llano, pero con muy pocas sombras y un sol cada vez más fuerte.
En las aldeas, las mujeres y los niños nos recibían con cubos de agua. Si no te dabas cuenta te los tiraban hasta por la espalda. Al principio muy bien, pero al final era un cubo cada casa que pasábamos. Yo les decía que no quería más, pero no entendían.
Iba un poco retenido con David. La verdad es que no me importaba, por que con él iba de maravilla, pero en mi interior quería redondear la etapa. Me adelanté un poco y cambié el ritmo. Justamente lo hice en el tramo con más calor de la etapa y volví a quedarme con David. Seguí unos kms más con él hasta que definitivamente si que me escapé. Como buen compañero lo entendió. Cada uno viene a hacer su carrera y yo en ese momento necesitaba apretar un poco más.
Llegué al último control, rellené los bidones y a correr. Sólo quedaban nueve kms e iba segundo en la etapa. Estaba alucinando. No me lo creía. Apreté hasta llegar al pueblo. Nada más llegar, los perros me esperaban. De cada casa salían tres o cuatro perros a ladrarme con rabia. Me saturé un poco la verdad. Y en eso que veo la meta justo delante. Los últimos metros fueron de alegría máxima. Estaba Nathan, de la selección Inglesa de carreras de montaña, que justo había llegado un par de minutos antes que yo. Nos abrazamos y nos felicitamos por la etapa tan buena que habíamos hecho. Salieron 52kms con 5 horas 26 minutos. Era para celebrarlo a lo grande! Efectivamente ya tenía la segunda posición en mis manos. Sólo faltaban dos etapas para seguir luchando y conseguirlo.
Esa noche iba a ser la más bonita de todas. A parte de que estaba muy contento por la etapa, dormimos en una casa de nativos con unos niños encantadores. Alucinaban con nosotros. Parecíamos robots con esas mochilas, esas ropas compresivas etc… nos hacíamos fotos juntos y también les hacía fotos y las retocábamos con el móvil poniéndoles gorros, corbatas, letras etc… la verdad es que me lo pasé muy bien. Además en la casa tenían ventilador y toda la noche funcionó. Un lujazo. Nos pudimos duchar y cenamos con ellos. Hasta vimos un poco la tele. Allí si que descansamos.
Quedaban dos etapas. Una de 31kms y la otra de 15kms. Para mí ya estaba todo hecho. Solo tenía que ir en cabeza de carrera e ir controlando cualquier posible escapada. Estaba bastante fuerte y motivado, así que lo tenía muy claro.
La noche anterior hablamos con Tony para que viniese con nosotros y que remontara algún puesto en la clasificación. Tenía a varios corredores en pocos minutos y quería adelantarlos. Y así hicimos.
Salimos David, Tony y yo al ritmo de siempre. Tony se esforzó un poco más para ir a ese ritmo pero la verdad que íbamos muy bien. Justo al pasar Dambulla, se añadió Jaume al grupo. Estábamos los cuatro Españoles como el primer día. Y encima apretando. Cada vez íbamos más rápido. Se nos fue un poco de las manos la etapa. Jaume apretó, luego Tony le pasó y apretó más. David y yo nos quedamos un poco pensando que hacer. Yo no me quería descolgar así que también apreté. David tenía un poco de molestias en la rodilla y se iba quedando un poco. Tuve que dejarle un ibuprofeno en el suelo para que lo cogiese por que Tony y Jaume iban a un ritmo muy fuerte y nos estaban descolgando. Al final pude coger a Jaume pero no a Tony. Iba muy fuerte. El camino era completamente llano bordeando el río. En todo momento nos veíamos pero cada uno a su ritmo.
Al llegar al final del río nos desorientamos un poco y tanto Tony que iba más adelante como Jaume y yo nos perdimos un poco. No habían marcas. Me giré y vi las marcas un poco más atrás. Rápidamente avisé a Tony, que no lo veía, pero me escuchó. Al retroceder un poco, David se unió a nosotros y seguimos por un camino de arrozales un poco lioso. Me iba girando y Tony estaba todo el rato detrás nuestro. Pensaba que nos cogería pero no. La distancia era siempre la misma. Nosotros fuimos bastante bien hasta el último control. David se quedó un poco y Jaume iba muy bien, así que mantuvimos el ritmo hasta meta. No era difícil mantener ritmo pese al calor sofocante y el ritmazo de la etapa por que las vistas eran de ensueño. Bordeamos todo el lago Amaya por un sendero de hierba, agua y vacas. Fue uno de los tramos más espectaculares. La naturaleza reinaba y nosotros íbamos disfrutando de ella. Hasta vimos un elefante, de esos que llevan a turistas, pero al menos vimos uno. Alucinábamos con sus huellas. Muchas veces pasábamos por zonas de barro y nos sorprendían mucho las huellas. Era una zona donde se reunían los elefantes por la noche.
Al final salieron 2hrs 55min los 31kms. Y quedamos en segunda posición. Muy contentos.
Luego llegó David y un poco más tarde Tony. Nos pusimos ese día los Españoles en Top5.
Sólo quedaba la etapa final.
La última noche la volví a pasar incómoda. No por dormir si no por el campamento.
Era improvisado ya que cerca del campamento que tenia que ser , habían elefantes. Así que nos pusieron en una explanada con muchas hierbas y con el suelo lleno de pinchos. Pero a pesar de eso fue de las mejores noches de descanso. La verdad es que dormí muy a gusto.
Nos despertamos, desayunamos y a por la última etapa. Tenía tan claro que iba a salir a tope que nada más salir me puse en cabeza. Ni miré atrás ni nada. Me puse a tirar como un salvaje.
Sabía que en una hora estaba en meta y decidí darlo todo. Además la meta iba a ser diferente. Teníamos que subir la roca de Sigiriya, patrimonio de la Humanidad, con sus casi dos mil escaleras en vertical. Toda una proeza.
Al salir, se me puso Nathan al lado. Me puse a hablar con el. El ritmo era muy fuerte, pero era la distancia que suelo entrenar en casa, así que seguía apretando. Sabía lo que hacía.
En esas que poco a poco se va quedando el inglés. Estaba primero de la carrera en la última etapa. Quería vivir mi sueño. Llegar primero a la cima. Y dí el máximo para conseguirlo. Llegué al control donde estaba Pepe y a tan solo tres kms tenía la meta. Bordeé la roca hasta llegar a la entrada y me dispuse a subir los escalones. La entrada estaba cerrada y me tuve que esperar un rato, pero al abrir, salí escopeteado hacía el templo y sus escaleras. Estaba tan eufórico que no me costaron nada. Las vistas mientras subía eran espectaculares. Todo lagos y selva. Imborrable. Y de golpe veo la meta. Vaya subidón de adrenalina. Llegar primero la última etapa no tiene precio.
Había hecho una carrera muy buena, de menos a más y con sensaciones increíbles. Estaba muy contento y eufórico. La recompensa al sufrimiento, malestar y salir un poco del confort había valido mucho la pena.
La convivencia con el grupo, descubrir parajes nuevos y pensar mucho en los míos ha sido lo que me llevo.



























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