Ultra Trail Plache Blanche
Distancia: 137kms
Etapas: 1
Tiempo: 16hrs10min
Posición: 1
Año: 1 mayo 2017
Tras una experiencia calurosa a finales de Enero en Gambia, con esos 100kms non stop por el este del país y un viaje a mediados de Marzo a Irán, con su ya entrada temporada de calor, me aventuré por tierras Marroquíes para intentar realizar la Ultra Trail Plage Blanche al sur de Agadir.
137kms non stop por dunas, ríos secos, 35kms de Playa y para finalizar, camino técnico de montaña.
Tenía muy claro que calor iba a pasar, pero no sabia que el circuito iba a ser tan exigente.
La preparación más o menos es la de siempre. Intentar salir a correr a diario, visualizar como afrontar la carrera y muy importante llevar un buen material y una buena estrategia de nutrición.
Como en todas las carreras que suelo realizar, nos obligan a llevar un material que siempre ha de ir con nosotros. En este caso, lo más significativo, a parte de la manta térmica, espejo, silbato, frontal…era la capacidad de agua, que eran 3 litros y el GPS, que la organización alquilaba.
El agua lo entendí ya que teníamos avituallamientos cada 30kms y con la calor que hacia… Y el GPS era de esas cosas que asustan al principio. Nada, absolutamente nada marcado en 137kms.
Si no estás acostumbrado, que es mi caso, pues a estresarte un poco.
Preparé la mochila con todo el material, la comida, algo de ropa de playa, para después de la carrera y me fui al aeropuerto de Barcelona.
Tenia escala en Casablanca. Se demoró un poco, pero llegué a una hora decente al hotel Anezi en Agadir.
La organización ya estaba en la piscina del hotel con una cerveza esperándome. Buenos detalles.
Allí ya comencé a conocer a los corredores. Casi todos Franceses, Suizos y algún Italiano. Yo era el único Español. Pero eso no me importa, me hago con todo el mundo.
Nos fuimos a cenar y rápidamente me fui a dormir, al día siguiente ya teníamos que salir rumbo a Tafnidilt a unos 500kms al sur de Agadir.
La salida fue en mini buses y 4×4. Entre Staff y corredores seríamos unas 100 personas.
No se me hizo nada pesado, ya que era una zona de Marruecos que no conocía y el paisaje era distraído. Muchos pueblos, montañas, zonas de dunas…y un par de paradas acertadas.
Una de ellas fue para comer, que estaba incluido en el paquete de carrera. Ensalada y pollo con verduras. Todo con esas especies tan buenas del país. Me encanta la comida de Marruecos.
Después de comer, un poco de tiempo libre para ver el mercado del pueblo y a seguir con la ruta.
Llegamos a un castillo en medio de la nada y al fondo el Ksar Tafnidilt.
Un hotel con encanto en medio del desierto. Espectacular. No faltaba de nada.
Al llegar, cada uno tenía su habitación, se hizo un buen briffing, una buena cena y a dormir.
La verdad que en el sentido de organización no se puede pedir más.
Por la mañana tocó preparar mochila, GPS, desayunar y para la salida.
Estaba bastante tranquilo. Había entrenado y sobretodo había competido hacía pocos meses una distancia similar con un clima parecido. La experiencia cuenta mucho.
La mochila no me pesaba mucho y el agua la tenía bien localizada. Nada de camelback. Dos bidones de 0’75l delante y una botella de 1’5l en la mano. Iba a ser mi estrategia. Y funcionó.
A pocos minutos de la salida, me vi en puestos de cabeza, aun que el GPS y yo no fuimos muy amigos al principio. Me desorienté un par de veces. No lo llevaba a la distancia más adecuada y no sabia por donde iba.
Me puse con los primeros sin mirar mucho el GPS, hasta que en un despiste me perdí.
Subí una duna bastante grande y vi a todos los corredores por el valle, en fila india y me bloqueé.
No quería recular y pensé en trazar en diagonal para encontrarlos, pero no se podía girar a la derecha. Habían barrancos y mucha montaña de dunas.
Me empecé a incomodar y tuve que hacer un intensivo de GPS en dos minutos.
Al fondo vi un valle por el que parecía que podría sortear ese escenario tan abrumador y me lancé sin parar para allá.
Ya veía la línea del track en el GPS, solo tenía que sortear varias dunas para estar en ruta.
Me vi en medio del desierto, con camellos a ambos lados, un cielo azul bestial y un calor radiante.
Un escenario de película. Encima iba a un ritmo muy fuerte, demasiado fuerte para comenzar, pero no quería perder al grupo de cabeza.
Tardé una media hora en posicionarme en el track marcado, que por cierto, se me hizo eterna.
No veía a ningún corredor ni adelante ni atrás. Pero yo seguía con ese ritmo tan bueno.
Nunca dejaba de beber ni comer. Por mucho estrés que llevara, la alimentación y la hidratación iban a ser la clave de esta carrera y no quería problemas de deshidatación o estomacales.
Al llevar la botella de 1’5l en la mano, me obligaba a beber y así el cuerpo estaba siempre hidratado.
Y para comer, llevaba una galletas caseras de frutos secos con miel y sal. Cada media hora me comía una. Notaba que me daba esa energía que el cuerpo necesitaba. Un acierto.
Poco a poco iban pasando los kms hasta que me planté en el 25, donde estaba el Check point 1.
Tenía curiosidad de llegar y saber mi posición en carrera, ya que no había visto a ningún corredor en horas. Y la sorpresa es que iba primero. Había ido tan fuerte y sin bajar el ritmo que me puse delante de todos.
No estuve ni dos minutos en el avituallamiento. Quería seguir avanzando y mantener esa posición.
Al principio fue muy bonito, pero poco a poco se iba haciendo agónico. Mantener una primera posición es muy psicológico y duro.
Después del control 1 , había un tramo de pista muy fácil donde podías ir a un ritmo alto. Intentaba hacer la zancada larga e ir rápido. La verdad es que me vi muy entero y cómodo. Me veía capaz de llevar ese ritmo durante toda la carrera.
Pero no iba a ser todo tan fácil. Ya veía el mar al horizonte y en esas que el track me manda a un río seco. Un serpenteante río entre acantilados con una tierra blanda que no se podía ni correr.
Hacía una calor tremenda y alguna vez tenias que mojarte los pies para ir cruzando de lado a lado.
Fueron casi dos horas de río que al final se me hicieron muy largas ya que me quedé sin agua faltando poco para el segundo control.
Y llegué al km50 segundo check point.
Había pasado una de las zonas más duras de la carrera y ahora quedaba un tramo no tan duro, pero si muy psicológico. 35Kms por la playa Blanca.
En el control, igual que en el primero, no tardé ni dos minutos en salir. Aquí tenía una razón más de peso, que era la corriente del mar. Mientras más pronto llegara a la playa, más horas de arena dura tendría. La marea estaba muy baja y se podía correr como en asfalto, pero a medida que pasaban los minutos, esa marea subía y ya no se podía correr tan bien. La arena se hacía más blanda.
Durante casi tres horas de playa, con el Atlántico a mi izquierda, un sirocco que venía de cara y con un sol abrasador, me vinieron muchas preguntas a mi cabeza.
Que hacía allí? Podría mantener ese ritmo hasta el final? Llegaría primero?
Era muy difícil solo correr. Tenía que luchar contra mi cabeza en todo momento. Correr 35kms solo, por una playa sin ver a nadie, con más de 50kms en las piernas y a un ritmo alto, es muy jodido.
Pero no se como, llegué al control 3. Me hizo mucha ilusión. Ya estaba a mitad de carrera. Y solo quedaban 10kms de playa. Poco a poco el sol iba menguando y ya veía la montaña al frente. Por fin tenía alguna referencia.
Seguí por la playa, bien cargado de agua y más positivo. Tenía que estar atento a un desvío que la organización había recalcado. Estaban haciendo maniobras los militares americanos y no podíamos pasar por allí.
Creo que me lo pasé, pero a dos kms vi otro desvío y en ese si que me incorporé al trazado.
Al pasarme de desvío, tuve que adentrarme por unas marismas con agua hasta los tobillos y un barro que si no ibas con cuidado te podías hacer mucho daño si te caías. Me cabreé y todo. Estaba perdiendo un tiempo muy preciado por no estar atento. No podía equivocarme más.
El paisaje cambió. Estaba por una cordillera bordeando el mar y con una puesta de sol espectacular.
Fue la zona en la que más disfruté. Casi 100 kms en las piernas, un ritmo bastante aceptable y resiguiendo una costa muy bonita. Estuve un buen rato alucinando. Hasta que el sol desapareció y entró la noche. Se rompió ese momentazo.
Al entrar la noche, entró la montaña y ese perfil desgarrador de una prueba tan exigente como esta.
Terreno muy técnico con piedras sueltas y peligro de caer en todo momento. Ya no hacía tanta calor pero el nivel de atención era tan grande que sudaba más que de día.
Me puse el frontal y a seguir corriendo. En toda la carrera no dejé de correr ni un minuto. En la montaña, cuando se hacía duro, caminaba rápido y seguía corriendo. Estaba muy contento por el ritmo y el aguante. Me veía muy fuerte. Y eso era gracias a que no paraba de beber ni comer. Mi cuerpo estaba totalmente regulado.
Llegué al último control con un ritmo alto, por una pista ancha en subida. Tuve algún contacto con la organización, ya que de vez en cuando, me pasaban las motos y los 4×4. La verdad que saludar a alguien conocido fortalece mucho.
Al llegar al control, me senté unos minutos para llenar bidones, cambiar pilas del GPS y comer un plátano que tenían preparados para los corredores. Tenía ganas de llegar a meta, así que me levanté y a seguir corriendo.
22kms hasta meta me quedaban. Parecía que iba a ser rápido, pero el camino se complicó.
Cuestas de cactus, matojos, grietas que me sorprendían y un militar en medio de la nada que me hizo cambiar un poco la ruta. Como para decirle algo. No veas como me chillaba.
Menos mal que iba bastante rápido y no pudo cogerme.
Cada vez estaba más cerca. Me giré un momento y a lo lejos vi una luz. Parecía un corredor, así que corrí como nunca por aquel desierto. No me imaginaba perder la primera posición en los últimos kms.
A lo lejos pude ver el Fort Bou Jerif, la soñada meta.
Era la una de la madrugada, pero aún así, salieron todos los trabajadores del hotel y dos representantes de la carrera.
Al ser todos marroquíes, se hizo especial, ya que sacaron los tambores y comenzaron a cantar.
La verdad que fue una meta muy emocionante.
16hrs 10min tardé en cubrir los 137kms. No estaba muy cansado, la verdad, pero había sido muy duro.
La recompensa fue un cous-cous que estaba de vicio. Y sobretodo la ducha y la cama que me habían preparado. Un lujo en medio del desierto.
Ya por la mañana, me levanté un poco atrofiado y pude ir saludando a los corredores que iban llegando.
Todo ese día lo dediqué a relajarme, bañarme en la piscina e ir charlando.
Conocía a bastantes corredores y se me hizo muy entretenido.
La fiesta buena fue a los dos días de meta.
La organización se superó aún más con una entrega de premios muy emotiva y una super cena con música y baile. Hasta trajeron vino !!
Al día siguiente, salimos rumbo a Agadir, donde nos volvimos a juntar en el Corniche para cenar.
Fue improvisado y la verdad que no faltó nadie. Ni las Ostras ni el champagne!!
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